DERECHOS HUMANOS
Los transexuales luchan por abrirse camino frente a los prejuicios de la sociedad dominicana
Personas prostituidas y transexuales reciben cursos técnicos en el Infotep
Riamny Méndez/Clave Digital
sábado, 5 de junio de 2010, 04:30 p.m.
SANTO DOMINGO, DN.-Cristian Gustavo Rodríguez se siente Ingrid y quiere que lo dejen ser esa mujer elegante en la que se transforma cada día. A penas estudió hasta el octavo grado, pero sueña con vestir traje sastre de falda, tacones y trabajar como secretaria. Se empeña en dejar atrás las noches de prostitución en la avenida Ortega y Gasset. “Muchas de mis amigas de la Gaset están muertas, por el Sida o han sido asesinadas ”, comenta.
Eladio trabaja en asuntos adminstrativos en el Estado y sólo espera que su apariencia andrógina no le cierre puertas, ni en las oficinas privadas ni en el mundo del estilismo en el que también le gustaría destacarse.
Ambos son muestras de la diversidad de opciones sexuales y de género que existen, y también de los portazos que reciben las personas que no pueden ser encasillados con facilidad en los cánones de lo masculino y lo femenino que la sociedad espera.
Ellos y ellas, sin embargo, mantienen la ilusión de que algún día, las puertas se abrirán. Ingrid se esfuerza en aprender a usar los programas del Windows en un curso de ofimática impartido por el Instituto de Formación Técnico Profesional (Infotep) en coordinación con el Consejo Presidencial de Lucha contra el Sida (COPRESIDA) y asociaciones civiles que trabajan con personas prostituidas, mientras que Eladio aprende peluquería.
Ingrid, que trabajó durante tres meses como secretaria de la asociación Trans Amigas Siempre Amigas (TRANSSA), se siente orgullosa de haber mejorado sus habilidades para hacer una carta.
Pero, la vida le ha enseñado a moderar su optimismo. Tiene planes de terminar su bachillerato en los programas de estudio para personas adultas. Mas sabe que es difícil que la empleen como secretaria, acostumbrada como está, a la discriminación.
“En la escuela no les gusta que las personas sean trans, ni en las oficinas tampoco, y tengo poca educación”, dice.
Así pone en duda que al menos en su caso se pueda cumplir uno de los objetivos del proyecto de formación que auspicia el Estado. Las autoridades pretenden ofrecer educación técnica a personas prostituidas o en riesgo de estarlo con el objetivo de que, si lo deciden, abandonen el trabajo sexual, explica Judith de la Rosa, coordinadora del proyecto por COPRESIDA.
De la Rosa informa de que se capacitarán 200 personas en paquetes de oficina, adaptación de cabello, repostería, bisutería y otros talleres.
controversia. Para que Ingrid pudiera recibir su taller de ofimática fue necesario que se crearan cursos especiales, dirigidos a la población trans o a personas prostituidas.
El COPRESIDA argumenta que tomó esa decisión porque la mayoría de ellas, producto de la discriminación y la pobreza, no han terminado los estudios del bachillerato y en ocasiones tampoco tienen el octavo grado aprobado. Hubo además tres personas que no pudieron inscribirse por falta de documentos de identidad.
Pero el hecho de que los transexuales tengan que estudiar en grupos particulares, y no en los talleres habituales que ofrece el Infotep, plantea el tema de la segregación que tradicionalmente sufren las personas transexuales, ahora de manifiesto en un proyecto de una entidad oficial que lucha por su integración.
“Como todo en la vida, uno se ve en esta situación de decir: ‘los estamos segregando, hacemos grupos sólo para ellas’. Pero cuando pones pros y contras, ventajas y desventajas, debes tomar una decisión. Ellas están de acuerdo en que los cursos sean así. Algunas están muy empoderadas, pero otras no. Estamos evitando el rechazo en los cursos para que no sea obstáculo para su formación, ellas se sienten mejor así”, dice la coordinadora del proyecto del Copresida, Judith de la Rosa. El proyecto le costará al Copresida RD$1 millón y se programó para un periodo de ocho meses en Santo Domingo, aunque es posible que se extienda por más tiempo y a otras ciudades.
Incluso las mujeres transexuales y los trasvestis bachilleres y con estudios universitarias fueron incluidas en estos talleres.
José -nombre ficticio- un chico homosexual y trasvesti, estudia comunicación social.
Comparte con Ingrid el aula donde la profesora Cándida Portes enseña a los chicos a usar una computadora. Portes enseña ofimática a nueve personas con distinta formación y por eso se tiene que dar a cada un un trato particular. "Le tengo que dedicar mucha atención, los talleres hay que adaptarlos a cada grupo, a veces también tiene dificultades para asistir", añade.
José sólo necesita reforzar algunos conocimientos y se siente cómodo en el aula.
El chico pide que no asocien su nombre al travestismo. Teme que una de sus pasiones le dificulte el ejercicio de su profesión. Espera no tener que terminar en la Gasset.
Trans y homosexuales en RD
1 El VIH: y su alta incidencia en hombres que tienen sexo con otros hombres, ya sean homosexuales o transexuales -que se prostituyen o no- es una de las razones por las cuales desde el Estado se empieza a atender el derecho a la salud y los derechos de estos grupos.
2 La prevalencia del VIH entre la población en general es de aproximadamente 1% de acuerdo con los datos en Copresida. Entre hombres que tienen sexo con otros hombres, se estima que la prevalencia es del 6%.
3 Una encuesta realizada entre mujeres transexuales- la mayoría prostituidas- indica que el 32% de este grupo pudiera tener el VIH. Sin embargo, hacen falta más estudios para respaldar este dato.
4 La negación de derechos es una de las razones por las cuales se presume que estos grupos tienen una mayor incidencia del VIH. Amigos Siempre Amigos (ASA) y TRANSSA han denunciado que los homosexuales y transexuales son discriminados en los hospitales y acosados por la Policía Nacional en las calles.
El sufrimiento de muchos estigmas
Ser haitiano, transgénero, persona prostituida y pobre: cuatro estigmas difíciles de llevar en Santo Domingo. “Rafael” -nombre ficticio- ha tenido que convivir con todos y la suma de ellos bloquea su inserción laboral.
Aunque terminó los estudios de secundaria en Haití y habla francés, español y creole no ha podido conseguir trabajo en la capital. Ha intentado trabajar sobre todo como vendedor en tiendas de variedades y de ropa, pero no se le ha abierto ninguna puerta. Incluso con ropas masculinas, aunque tal vez no con la apariencia de “hombre” más tradicional, las puertas se les siguen cerrando.
Mientras tanto, estudia informática, con la esperanza de que un poco más de formación le abra alguna ventana que le permita dejar atrás la prostitución callejera, en la que arriesga la vida.
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